15 diciembre, 2006

Yo no quería

De verdad, fue en contra de mi voluntad. El miércoles iba a entrar a todas mis clases, pero desde Farmacia me tentaron. Me dijeron que si jugaba un partidito de volley, y claro, tuve que aceptar. Yo, que soy la persona menos deportista del mundo, una semana después de un partido de fútbol, voy y me apunto a jugar al volleyball. Si es que no estoy bien.
El caso es que esta semana es el patrón de Farmacia, y están con actividades todos los días. Se lo montan un poco mejor que nosotros en la Politécnica, la verdad. Arrastrado por las artes persuasivas femeninas, dije que sí, que me metía en el equipo a suplir la baja de uno de los jugadores, y allí que me presenté a las nueve y poco de la mañana (hay que joderse, encima me hacen madrugar).
El caso es que me lo pasé de miedo. Ya le gustaría a Estudiantes que su Demencia se pareciese un poco a nuestra hinchada (la pancarta de Abusones no tiene precio). Ganamos el primer partido y tuvimos que jugar otros dos más, pero ya por la tarde. Claro, así estaba ayer, que no podía moverme de las agujetas (¿por qué será que esa palabra ha salido en las tres últimas entradas?). Los otros dos los perdimos, qué le vamos a hacer, pero nos echamos unas cuantas risas (y en las gradas, unas cuantas cervezas).
Como las mujeres son así de viles, siguieron convenciéndome para que al día siguiente (ayer jueves) me pasase a jugar al Trivial Mix (el Party, vamos, pero en casero) y al Twister. Y yo, que no sé decir que no, tuve que ir. Pues que sepáis que los Espumillones (mi equipo), ganó al Trivial, Dani, otro de los amigos y miembro de los Espumillones, ganó el cross, y Vero, también espumillona, se llevó el Twister. Si es que somos unos cracks. De las jarras de cerveza mejor no hablo (aún les debo una invitación, que lo sepan).
Creo que con esto dejo de publicar por hoy, que con tres entradas tenéis más que suficiente para no echarme de menos en mucho tiempo. Ya dejaréis comentarios insultándome o algo así XDD

Vamos a probar la Wii.

Hola otra vez a todos.
Antes que cualquier otra cosa, ¿sabéis lo que es la Wii? Pues se trata de la nueva consola de Nintendo. Seguro que todos habéis visto algún anuncio en la tele, o reportajes en los periódicos (en el 20minutos han hablado un par de veces por lo menos sobre ella). Digamos que se trata de un nuevo concepto sobre cómo jugar. El mando lleva unos emisores y la consola una barra de sensores. Así, es capaz de detectar el movimiento que haces con el mando y lo interpreta para mover a tu personaje por la pantalla.
¿Y en qué se traduce esto? Pues en que te pones delante de un juego de tenis y, en vez de estar sentado machacando los botones y la cruceta del mando, tienes que estar de pie y hacer los movimientos como si tuvieses una raqueta en la mano. Obviamente, es más que recomendable despejar un área suficientemente grande para poder jugar sin tirar al suelo los jarrones de la abuela, o atizarle al compañero con el mando en la cabeza.
Pues bien, el viernes ocho de diciembre, después de calmar un poquito las agujetas de El Partido, pasamos el día en casa de Isra para probar la Wii que había pillado un par de días antes (sí, ya sé que la Wii no salía hasta el día nueve, pero el que sabe, sabe). Nos juntamos cinco personas allí y empezamos a trastear, creando personajes para algunos, y ya por fin a jugar en condiciones. No hay palabras para describir el vicio. Es la leche. Es genial. Y cansa mucho. No es una consola que tire de gráficos como pueden hacer Play Station 3 o Xbox 360, pero es que no lo necesita, os lo aseguro. El concepto aquí es jugar de otra forma, hacerlo más dinámico, más participativo, meter a la gente dentro del juego. Y se consigue. Por ahora no tiene grandes títulos rimbombantes (quitando Red Steel y Zelda), pero se pueden pasar muuuuchas horas delante del Wii sports jugando al tenis, al golf, al boxeo...
No intento hacer un examen completo de la consola, porque entonces tendría que hablar de los canales, de la posibilidad de pillar juegos antiguos, etc. Sólo quería daros mi impresión de lo que es tenerla en las manos y jugar.
Depende de lo que a cada uno os guste, pero os recomiendo la Wii encarecidamente. A no ser que seáis fanáticos absolutos de los juegos exhaustivos en gráficos, si queréis algo nuevo, probadla, porque merece la pena.

A qué huelen las agujetas.

Niños, que no os engañen. Hacer deporte perjudica seriamente la salud. Es tremendamente malo para vuestro cuerpo. Os lo digo yo, que lo estoy sufriendo en carne propia.
El pasado puente de la Constitución (del 6 al 10 de diciembre, me encantan estas cosas) decidimos los cuatro matados de siempre ir a echar un partido. Bueno, no un partido, así a secas. Sería más correcto llamarle El Partido. Obviamente, hicimos dos equipos: Solteros por un lado, Casados por el otro. Si hay algún alama cándida e ingenua que aún se pregunte dónde estaba yo, diré que en el de Solteros (simpre fiel a mis colores). Viendo las alineaciones, la cosa no pintaba muy bien para nosotros:
Solteros: Juanito, Diego, Isra, Peña, Tasti y el que escribe.
Casados: Óscar, Richard, Yáñez, Charlie, Alfonso y Dani.
Por suerte para nosotros, su mejor jugador se lesionó unos días antes (lo siento Yáñez, pero nos vino de puta madre XDD), y así tuvimos ventaja numérica (podíamos hacer cambios, no creáis que estuvimos con un jugador más en el campo).
Como siempre que nos juntamos para estas cosas (una vez al año si hay suerte), el partido fue en tono de risas, coñas, meternos unos con otros (muy humillantes las TRES porras que le cascó Peña a Alfonso nada más salir al campo, avisando y todo) y sobre todo comprobar que la mayoría no tenemos fuelle para estas cosas. Estuvimos en el campo durante dos tiempos de media hora más una prórroga de 10 minutos dividida en dos mitades.
Sé que lo estáis deseando, así que no os voy a hacer sufrir más: ganamos los Solteros por un resultado final de 7-6, con dos goles míos, incluyendo el de la victoria.
La pena es que no me pude quedar a las cañas de después, porque seguro que dieron mucho de sí, pero tenía que irme a casa a comer.
La verdad es que me lo pasé muy bien con toda la pléyade de estrellas futbolísticas desaprovechadas que son mis amigos, pero no sé si compensa las agujetas que tuve al día siguiente. Qué dolores, madre mía. No sé cómo lo hago, pero cada vez que juego un partido descubro nuevos centros de dolor en mi propio cuerpo. No sabía que uno tenía tantas partes que pudiesen doler.
Supongo que me dejo montones de anécdotas del partido en el tintero, como la forma de acabarlo que tuvo el señor Peña, pero esto de escribir en el aula de informática de mi facultad no ayuda. Ahora os sigo contando cosas, que llevo mucho sin publicar.